Buena parte de América Latina se encuentra sacudida como nunca antes por la segunda ola del coronavirus. Con un importante repunte de infectados y muertes, y ante la aparición de nuevas cepas del virus, más contagiosas y dañinas, son varios los gobiernos que han tenido que restringir nuevamente las libertades de circulación, una medida impopular que afecta gravemente la economía.
Para peor, el continente ha quedado relegado en la distribución mundial de vacunas contra el covid-19, y en esa disputa cada gestión se pone a prueba a la hora de conseguir el tan preciado antídoto para iniciar, cuanto antes, la marcha de una ansiada nueva normalidad.
Sin embargo, la crisis socioeconómica que causa la pandemia arrastra hacia abajo la imagen de gobiernos que han sido ponderados por su exitoso plan de vacunación, como es el caso de Chile, mientras que en algunos países el descrédito por el Gobierno no logra ser apuntalado por el número de dosis aplicadas, tal como ocurre en una convulsionada Colombia.
En Argentina, en cambio, el desempeño de Alberto Fernández suma más apoyo entre las personas vacunadas que entre aquellas que no lo están. Y en Brasil, el negacionismo de Bolsonaro ha impactado con fuerza en la valoración de su gestión.
