Erika Tamaura
Viajar
El verano es un tiempo que invita a viajar y por lo general yo tengo la tendencia a romantizar el proceso. Las fotos para Instagram, la estética para Pinterest, ir dejando una huella también en la ruta de nuestras redes sociales que han reemplazado los álbumes de fotos impresas… habemos quiénes aún tenemos la costumbre de guardar los boletos de avión, metro, museos, los recibos de cafés, la hoja del árbol que nos dio sombra en otro lugar en otra tierra, un puñado de arena de otro mar. Viajar es lindo, pero también cruel.
De entrada, viajar te mueve de tu zona cómoda en todos los sentidos. Hay personas que aman la aventura y lo desconocido, a mí me duele el corazón andar cambiando de almohadas cada vez que viajo. Si pudiera anduviera con la mía para arriba y para abajo pero entiendo que también hay que practicar el desprendimiento. Viajar te enfrenta contigo mismo frente al mundo, fuera de tu red de apoyo y sistema de control. Dependes de algo o alguien más.
Dicen que viajar te da sensación de libertad. A mí más bien me da como síndrome de persecución:
-“Que no se te pierda el pasaporte”
-“¿Checaste todo? que no se te quede nada”
-“¿Y si me roban algo?”
-“Que no te vean la cara de turista para que no se aprovechen de ti”
-“¡No me traje mi cargador! ¡Sabía que había olvidado algo!”
-“¿Cerré bien el gas de la estufa?
La sensación de dejar el lugar dónde vives para ir a pasar unos días a otro lugar puede ser agobiante y aterrador para unos y terapéutico para otros. En mi caso, vivo lejos de mi madre, mis tías y mis amigas y siempre que tengo que hacer esa transacción de espacio-tiempo se me desgarra una parte de mi corazón. Cuando me separo por unos días de mi hogar y mi esposo para irme a pasar un tiempo en la casa de mi mamá siento que me quitan una parte de mi alma y cuando dejo la casa de mi madre para regresar se me rompe el espíritu.
Viajar se ha convertido en una de esas puertas giratorias que hay que atravesar para estar dónde uno va dejando la vida en pequeños fragmentos. Dicen que viajar ayuda a encontrarse a uno mismo. En mi caso, viajar me desfragmenta y me deja regada por todos lados a los que pertenezco física o emocionalmente. Viajar es el regalo que la vida me concede para ir a los extremos del puente de mi historia: en uno de los lados mi aquí, mi ahora y mi futuro; y por el otro, mi pasado, mis recuerdos, mis raíces. Viajar me clava dardos electromagnéticos en el corazón y me perdona la vida para resucitar cada vez que abrazo a las personas al final de ambos lados de ese puente.
Mientras tanto, sigo tratando de convencerme que viajar es hermoso y una experiencia increíble, aún cuando debajo de mi piel se desgarre cada fibra sabiendo que somos eso: instantes y momentos conectados por rutas y documentos de identidad a los que les hemos cedido los permisos de nuestras historias.
La imagen de la obra que acompaña la columna se titula: “Suitcase, stepladder”, escultura en acrílico y madera, 1996 de Yayoi Kusama tomada el Museo de Arte Moderno de Japón Saitama. Tomada de Google Arts & Culture.
- Música para la semana: Mi playlist cuando estoy en aeropuertos.
- Si notas que algo está muy intenso es porque: ¡Híjole! Esta semana es una clave en el 2023 desde el punto de vista de la energía planetaria. El lunes hubo luna nueva en el signo de Cáncer (hogar, familia, pasado, raíces), el martes cambiaron los nodos del karma al axis Aries-Libra (El poder personal versus nuestra relación con los otros) y el fin de semana Venus (deseo) empieza a retrogradar en el signo de Leo (Creatividad, pasión, lo que nos enciende el corazón).
- Para hacerte sonreír: Para los amantes de los perros. El labrador bonsái.
- Bonus: Les dejo mi tablero de Pinterest “Travel blogger” por si encuentran algo que les inspire.
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Erika Tamaura es gestora cultural, maestra, migrante y periodista cultural.
Podcaster en Capuccino Radio y blogger en Sobre las horas.
Impulsando la agencia cultural Node Point Us en la frontera sur de Estados Unidos.
Originaria de Ciudad Obregón, Sonora, México.
Erika Tamaura
Cargar con lo que no nos corresponde
.
El libro: “We, a manifesto for women everywhere” de Gillian Anderson y Jennifer Nadel propone 9 principios para inspirar procesos de sanación en las mujeres: Honestidad, aceptación, valentía, confianza, humildad, paz, amor, alegría y bondad.
El capítulo sobre la honestidad plantea, entre varias cosas, que nuestros genes tienen memoria y que no solo cargamos en nuestro ser con la información de nuestra propia existencia, sino con mensajes y ordenes codificadas heredadas a través de la historia de nuestro linaje. Esto propone que no solo cargamos con nuestro propio peso emocional, si no también con emociones que no nos corresponden. Por lo tanto, el primer paso para iniciar un proceso de sanación/liberación sería reconocer que hay cosas que creemos son nuestras, pero no es verdad. Ser honestas significaría entonces decir en voz alta: “estos complejos, este dolor, esta responsabilidad, este peso no me pertenece. No tengo por que cargarlo más.”
En el caso de la mujer, esto se convierte en un sistema particularmente autodestructivo. Estamos entrenadas para abrazar las imposiciones históricas de nuestra familia o comunidad y se convierten en toneladas de piedras en nuestros corazones y como nos han hecho creer que sentirse así está bien, que sufrir de a gratis está bien, nos jugamos competencias a ver quién tiene la vida más miserable y el día que no hay más drama que vivir, cuando experimentamos un pequeño guiño de paz o liberación, sentimos que algo no está en su lugar o que nada tiene sentido ya.
Seamos honestas con nosotras mismas y soltemos el peso de nuestra historia (propia y colateral). Comencemos a hablarnos frente al espejo con la verdad y frente a otros. Hay un efecto que yo he experimentado sobre esto de cargar con cosas que no son de una y se llama: “over-nurturing”, que hace referencia a cuando das demasiado que terminas ahogando. Así como cuando a la plantita se le pone más agua de la que ocupa y se muere. Así mismo.
Somos cuidadoras, dadoras, sanadoras… ¿cómo no vamos a dar demasiado si somos demasiado? Bueno, a continuación voy a compartir varios puntos que acabo de leer en la revista Psychology Today de un artículo por David Bredehoft y le invito a que conteste con honestidad, para saber si está dando demasiado. Aquí vamos.
La mayoría del tiempo usted…
- Está involucrada EN TODAS las actividades de sus seres queridos.
- Le da demasiada atención a los demás.
- Anticipa lo que los demás necesitan y lo provee para ellos.
- Se asegura que los demás estén siempre a gusto y entretenidos.
- Le hace la agenda a los demás.
- Busca continuamente actividades para que sus seres queridos participen y estén ocupados.
- Odia ver a sus seres queridos frustrados por algo.
- Busca que sus seres queridos siempre tengan algo que hacer, para que no se aburran.
- Siente el compromiso de que las actividades del punto 8 sean siempre divertidas y de agrado.
- Hace cosas por sus seres queridos que ellos deberían hacer por si mismos.
Si usted como yo se ve reflejada en estos puntos, no se castigue sino más bien agradezca a su cuerpo y mente esa resistencia colosal que hasta el día de hoy ha manifestado como un acto de amor y hágase la promesa que de aquí en adelante, le dedicará esa cantidad maravillosa de energía a sanar su proceso personal en esta vida y dejará que los demás hagan su vida.
Repita conmigo: “Está bien que las cosas no salgan bien, está bien que los otros sufran, está bien que los otros batallen, está bien que cometan errores, está bien que no los salve de todo y les haga la vida fácil. Está bien dejar. Está bien soltar. Está bien dejar de cargar cosas que no son mías.” En este mes de la mujer, en el cuál hay tantos temas valiosos para la reflexión, que no se nos olvide que no solo se trata de la lucha por la equidad, dignidad y derechos frente a los demás, sino también de salvarnos a nosotras mismas de nuestra propia historia y legado.
Las abrazo y las admiro.
Con amor,
Erika.
La foto de portada es obra de Ángeles Agrela “Nº3 Lucía y Cupido”, 2016.
- Música para la semana: Playlist para Energía Femenina
- Hay que poner atención a: Semana Mundial del Cerebro (11 al 17 de marzo), Día Mundial del Pi (14 de marzo), Día mundial del sueño (15 de marzo), Día Mundial del Oso Panda (16 de marzo) y Día de San Patricio (17 de marzo)
- Si notas que algo está muy intenso es porque: Se está terminando la temporada Piscis, para dar paso al año nuevo astrológico con el equinoccio de primavera la próxima semana.Ch-ch-ch-changes.
- Bonus: El maravilloso video del Ballet Nacional de Madrid por el día de la Mujer.
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Erika Tamaura es gestora cultural, maestra, migrante y periodista cultural.
Podcaster en Capuccino Radio y blogger en Sobre las horas.
Originaria de Ciudad Obregón, Sonora, México. Radica desde 2019 en Houston, Texas, Estados Unidos.
Erika Tamaura
Reiniciar
Lo mismo de siempre.
Importante: esta columna se debe leer con la canción de “Hand in my Pocket” de Alanis Morrisette en su versión acústica de fondo.
Quiero que se ubique en ese momento en el que algún dispositivo tecnológico le falla, se cicla, se congela o simplemente no jala como debe de jalar. ¿Qué es lo que siempre funciona para arreglar eso? Apagar y prender de nuevo. Reiniciar.
Estaba pensando sobre qué platicar para este cierre de año y me gustaría reflexionar sobre el tema de volver a encendernos. En todos los aspectos.
2020 fue el gran apagón del mundo. 2021 fue el aplastar (durante largo tiempo) el botón de encendido (con mucho cuidado y temor) rogando que la cosa prenda; 2022 fue el momento en el que la pantalla encendió de nuevo y desde mi punto de vista, 2023 fue el instante en el que te percatas que en ocasiones, después de un reinicio forzado, hay archivos que se borran y se pierden o algo ya no puede usarse igual que antes. 2023 fue la cruda después del reinicio, esa media hora donde te la pasas reprochándote y sufriendo el por qué no hiciste un respaldo, por qué no guardaste ese avance de archivo o proyecto cuando pudiste, por qué no archivaste esas fotos que nunca podrás recuperar de nuevo, por qué no apuntaste en un papel físico ese número de teléfono o correo tan importante… 2023 fue aceptar que la única opción para seguir adelante es volver a empezar y aceptar que hay cosas que no podrán seguir con nosotros.
2024 será para reconstruir, rehacer y realmente reiniciar.
Hemos atravesado el proceso de la nostalgia por lo que ya no es, ni fue, ni será, por lo que ya no se podrá recuperar y que hay que aceptar perder. 2024 viene con esa incomodidad que causa lo nuevo: ajustarse y adaptarse. Mutar.
“And what it all boils down to, is that no one´s really got it figured out just yet”… algo así cómo: “y todo se resume en que nadie sabe realmente cómo hacerle”. Esa es una de las frases de la canción de Alanis que está escuchando usted conmigo ahorita.
Reiniciar está cabrón (así decimos en el norte), pero hay que hacerlo a fuerzas (ahí si no le digo cómo se dice en el norte porque esta columna es clasificación para toda la familia). Pero la verdad es que no está fácil. Creo que no estoy haciendo muy bien mi papel de porrista y darle el cliché que se da cada fin de año diciéndole “¡vamos con todo!” “¡este es nuestro año!” “New year, new me!” “Si me caigo una vez, me levanto dos veces…”
No, para nada. Yo no vengo a motivarle. Vengo a decirle que no queda de otra: o seguimos o seguimos. A cómo se pueda. Con el dolor a cuestas, con los problemas, con lo que haya en el refrigerador. No hay de otra. Nos guste o no, estemos de humor o no, la única opción es levantarse de nuevo mañana temprano, verse de nuevo en el espejo, irse a ganar el pan de cada día, intentar no caer en depresión, amar y ser amados con lo que haya, resolver problemas, preocuparse, bañarse e irse a la cama de nuevo para intentar dormir un par de horas, las suficientes para que no le duela la cabeza al día siguiente.
Lo que si puedo decirle es que hay algo con lo que puede acompañar esa opción de reinicio: yo. Así es, usted no me conoce, ni yo a usted pero aquí estamos. Yo escribiéndole y usted leyendo. Pero espere, tiene otra opción: su amiga esa que le manda siempre monitos de buenos días o Tik Toks para hacerle reír. Ah, se me olvidaba que también tiene ese amigo al que le habla de vez en cuando para tomarse una cerveza y jugar dominó cuando se ocupa. Oiga, y luego se acuerda de esa compañera de trabajo que siempre anda organizando las convivencias y fiestas y que decora cuando alguien cumple años… y luego la otra vez se la pasó muy bien en el chisme y tomando café con pan. O que me dice de esa persona desconocida que le guardó su lugar en la fila del súper porque usted tuvo que regresar corriendo a buscar algo que se le olvidó… Y si es de los afortunados que tiene una pareja a su lado, hijos, madre, padre, tías, tíos, primos, sobrinos, abuelas, abuelos… bueno, usted es de esos suertudotes.
Si la única opción frente al 2024 es reiniciar y seguir adelante, hágalo sabiendo que por más duro o tedioso que parezca, siempre habrá alguien con quien pueda compartir esa incomodidad del reinicio… y con el poder inigualable que solo otorga la rutina de aquellos que jamás se rinden.
Le abrazo con todo mi cariño. Felices fiestas.
Encendámonos de nuevo.
“And what it all comes down to
Is that I haven´t got it all figured out just yet
´cause I´ve got one hand in my pocket
and the other one is givin´ a peace sign.”
-Alanis Morrissette
*La foto de portada es de Pieter Kers sobre la exposición: “REBOOT: Pioneering Digital Art” una exhibición que presenta obras realizadas de 1960 al 2000 y que incluye también nuevas interpretaciones de piezas por artistas contemporáneos. La exposición permanece a marzo de 2024 en el Nieuwe Instituut
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Erika Tamaura es gestora cultural, maestra, migrante y periodista cultural.
Podcaster en Capuccino Radio y blogger en Sobre las horas.
Impulsando la agencia cultural Node Point Us en la frontera sur de Estados Unidos.
Originaria de Ciudad Obregón, Sonora, México. Radica en Houston, Texas.
Erika Tamaura
Agradecer. (Parte 2…y edición de cumpleaños.)
Lo mismo de siempre.
Por Erika Tamaura
Le dije que nos veríamos aquí después de la locura de la gastadera (y que aún no acaba).
¿Cómo se siente en este momento? ¿Culpable por haber gastado? ¿Feliz porque gastó y se lo merece? Se sienta como se sienta, no se arrepienta. Respiramos en un mundo muy complejo por las trampas de lo material y ese es el propósito de estas vivencias capitalistas: retarle, ponerle contra las cuerdas, llevarle a sus rincones para hacerle reflexionar. Desacomodar. Reiniciar. Sentir. Asuntos que más que con el dinero, tienen que ver con nuestra paz interna.
Somos materia. Vivimos con la materia. Mejor hagamos las paces con nuestro deseo, necesidad capricho, ambición, y antojo. Estoy convencida que el reto de esta vida es lograr comprender la razón de la existencia de los accesorios materiales y su función en nuestras provocaciones. Por eso, hoy quiero recordarle que hay un antídoto para la cruda post-revisión de saldo: concentrarse en agradecer. Y cuando hablo de lo material, hablo de todo lo que se puede oler, gustar, tocar, ver, escuchar.
¿Recuerda el ejercicio que le dejé en mi columna pasada? Lo hice y vengo a platicarle lo que siento en este momento.
No se siente bien pensar que todo pasa por algo. No es suficiente. Me faltan razones.
Sin embargo, estoy aprendiendo a dar gracias aún cuando me falte la explicación.
No se siente bien sufrir y decir que el tiempo lo cura todo. No me convence. Me falta justicia.
Sin embargo, estoy aprendiendo a dar gracias aún cuando me falte ese eslabón en mi historia.
No se siente bien desear algo y no poder tenerlo. No me gusta. Me da coraje. Me da tristeza. Me frustra.
Sin embargo, estoy aprendiendo a dar gracias aún desde la limitación.
No se siente bien perder lo que se ama. Duele.
Sin embargo, estoy aprendiendo a dar gracias aún en las múltiples soledades.
Para aprender a agradecer, estoy aprendiendo a aceptar lo que siento. No a juzgar si estoy sintiendo lo que debería sentir o reprocharme por sentirlo, solo aceptar que sucede y que está aquí, conmigo.
Para aprender a agradecer, estoy negociando con mi psique reprogramándome sobre que esto no se trata de una transacción de oferta y demanda. Esto es una cosa unilateral, no negociable. Se agradece porque es un ritual personal y ya.
Cumplo 43 años el próximo fin de semana y me encuentro en un momento, tiempo y espacio muy diferente al que creí que iba a estar en este momento de mi historia. Pude haber tomado muchos otros caminos, pude haber decidido muchas otras cosas, pude haber elegido diferente. Me pude haber aferrado, gritado y peleado con todas mis fuerzas. Pude haber navegado en otros mares.
Le invito a que haga otro ejercicio conmigo en este momento. En lugar de agradecerle a alguien más (a Dios, a su familia, a su pareja, etc.) agradézcase a usted. Tome una respiración profunda y repita conmigo:
Me agradezco por haberme decepcionado por amor, por todas las veces que me rompieron el corazón.
Me agradezco el haberme equivocado cuando creí que era superior a los demás.
Me agradezco por haber enfrentado retos más grandes de los que podía resolver, me agradezco por haber sentido vergüenza, por la impotencia, por haber llorado de rodillas amargamente en el piso de un lugar desconocido sintiéndome desolada y derrotada sin una solución por delante.
Me agradezco por haber explotado, por haber atravesado el dolor, por haberme creído invencible, soberbia y egocéntrica… me agradezco por haberme detenido y rendido cuando debí haber seguido luchando. Me agradezco la osadía y por nunca haberme guardado ninguna lágrima y ninguna palabra.
Si yo no me agradeciera todo esto ¿en dónde quedaría todo ese poder personal obsequiado por el tiempo transcurrido y vivido? Al agradecerlo, lo pongo en mi cajón de cosas que quizá jamás voy a entender, perdonar o cambiar, pero que son parte de mi historia de vida y me sostienen pieza por pieza frente a mis nuevas y futuras provocaciones las cuales espero nunca me falten.
Sobre todo, me agradezco por siempre haber seguido mi corazón, porque es en el corazón dónde se guardan las mejores gracias dichas o calladas y un corazón agradecido siempre recibe recompensa. Se lo digo yo, una mujer en el mejor momento de su vida, rodeada de salud, amor y abundancia, llena de sueños… Durante toda mi vida me han dicho diva, creída y protagonista… quizá soy eso también, pero que les parece si le agregamos: diva, creída, protagonista y agradecida. Siempre agradecida. Y eso, siempre le salva el alma a una.
*La foto de portada es: “Agujero Negro” (Cygnus X-1), 2014. Del artista: Björn Dahlem. Instalación de madera, lámparas y objetos. 1800 x 1600 x 600 cm. Matadero Contemporary Art Center Madrid.
• Música para la semana: Sagittarius Season de mis listas de música personales.
• Si notas que algo está muy intenso es porque: ¡Se está acabando el 2023!
• Para hacerte sonreír: Girl Math (por aquello de la gastadera)
• Bonus: : les dejo mi tablero de Pinterest para ideas de decoración de cumpleaños.
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